martes, 25 de agosto de 2009

Ellas...

Esta, mi primera entrada, quiero dedicársela a las mujeres. No a todas las mujeres. Solo ha algunas. A las mujeres esas que conoces en una cafetería de Paris y te quedas mirándolas con cara de bobo porque son demasiado guapas y pareces ser el único que se da cuanta. Están sentadas solas, y beben un café con glamour. Son morenas de poco pecho, altas, estilizadas, rasgos faciales marcados. Llevan gafas de sol y fuman un cigarro. Te miran con cara de asco pero de la misma te sonríen. Tu apartas la vista incomodo, su mirada se te clava en la cabeza y haces como si tienes algo que escucharle a tu novia. Tu novia no las ve porque siempre están a sus espaladas, de frente a ti. Ellas llevan un vestido negro a lo Audrey Hepburn en “desayuno con diamantes” y su larga melena morena y lisa va siempre suelta y salvaje. Su cara delicada suele ser molestada por el pelo al viento pero no se inmutan. Les da igual. Cuando tu novia se va al baño un momento ellas se acercan y te besan en la mejilla a la vez que te susurran algo en francés. Tú no entiendes una mierda. Sigues paseando con tu novia como un turista “cool”, con tu cámara reflex colgada del cuello. Intentas escuchar a tu novia, pero no puedes. Al final te rindes y te dedicas a pensar en esas mujeres. Luego encuentras una servilleta familiar en tu bolsillo. Es la servilleta del café donde antes te has tomado esa copa con tu chica. Lleva un número de teléfono escrito. Nada más. El teléfono está escrito con una letra negra y anarca. Decides llamar a escondidas. Esas mujeres siempre te cogen el teléfono mientras le echan un polvo a un cachas rubio de pelo largo y entre sus gemidos y fuertes respiraciones quedas con ella en ese mismo café al día siguiente a la misma hora. Esas mujeres no te dejan dormir en toda la noche y cuando llegas tus nervios están hechos polvo. ¿Que querrán de mi? De repente llegan ellas y no sabes que hacer. Ellas llevan la voz cantante. Te hablan en francés el primer cuarto de hora para hacerte sufrir. Al final te descubren que su padre era español y que dominan tu idioma. Esas mujeres no te preguntan que te apetece hacer. Ellas te dicen que les sigas y te llevan a un jardín secreto en un barrio de mala muerte en Paris. Allí te roban la cartera y te dan un navajazo. Y tú no has sido tan feliz en tu vida.

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